Jefa de Estudios: reflexión
Las relaciones entre alumnos, profesores, monitoras, conserjes, familias, administración, ayuntamiento… conforman el ambiente de los centros educativos. Cada persona demanda una faceta distinta de ti: cercanía, acompañamiento, seriedad, autonomía... La escucha activa, la empatía y la adaptación son habilidades clave. Mi mayor aprendizaje ha sido, sin lugar a dudas, el trato con personas tan diversas.
Durante esta etapa, y especialmente en los meses que ejercí como directora en funciones, he comprendido que la toma de decisiones es un elemento vital. En ocasiones se trata de cuestiones operativas, como decidir rápidamente qué hacer y cómo comunicarlo cuando se rompe la puerta de entrada del colegio; otras veces implica tomar decisiones con valentía, como en 2021, cuando tuve que confinar varias aulas tras detectar casos de COVID.
Esto me ha llevado a potenciar mi creatividad
para resolver imprevistos con rapidez y eficacia: desde reaccionar
ante un accidente escolar, reorganizar un evento por la lluvia o reestructurar
el día cuando faltan varios docentes.
La organización de un centro educativo es como un castillo de naipes: cualquier pequeño cambio, como liberar un aula para una reunión, puede alterar por completo el equilibrio. Con el tiempo, desarrollé una mirada amplia que me permitía anticipar el impacto de cada decisión y ajustar las piezas para mantener el funcionamiento global de la mejor manera posible.
El rol de jefa de estudios me ha aportado una gran seguridad profesional: dirigir reuniones, presentar las cuentas al claustro y al consejo escolar, adaptar documentación a nuevos marcos legales, tener conversaciones complejas con compañeros y familias, impulsar proyectos innovadores… Haber superado con éxito situaciones a las que nunca antes me había enfrentado ha reforzado mi confianza.
Hoy me siento más creativa, resolutiva y segura que nunca, preparada para comenzar un nuevo reto.